FINAL Y COMIENZO
El tipo camina como si el movimiento pudiera sacarlo del
peso de los sucesos de hace un rato. Se
mira en las vidrieras cada tanto,
esperando algo que pudiera librarlo de
la nueva tristeza adicional.
El pensamiento siguiente es “voy a extrañarla”, y como
quiere detener el chapaleo de la nostalgia
se detiene. Por suerte no hay nadie para atropellarlo en la calle
transitada: los que vienen detrás tienen tiempo de sortear al hombre alto, de
saco azul y pantalón gris que ahora se mira en la vidriera de una juguetería. En realidad mira sin ver su
propia imagen. No sabe dónde ir. Ahora le sobra el tiempo, demasiado tiempo, y
aunque lo había deseado para poder escribir, siente que no tiene ánimo, y que
le va a faltar por mucho tiempo. Los muchachos le han improvisado una
despedida, que en el fondo no es más que una forma de ayudarlo a superar el
trance. Y la verdad es que no tiene un corno de ganas de ir a la despedida.
Gira en redondo. No va. Definitivamente no va. Tal vez si se
apurara podría alcanzar a Marta, mujer
que le gusta desde hace tiempo y que tuvo que ver con el desenlace reciente.
Ella está a punto de salir del la oficina donde trabaja.
Y piensa en la reunión a la que está faltando. ¿Sentarse a
la cabecera de la mesa? ¿Leyría y Gutiérrez a sus lados, formando el trío de
momias parlantes? ¿Carlos agarrándose una de sus curdas memorables? ¿Lo clásico
de Varela preguntando que comemos y proponiendo canelones al tuco?
Sabe bien que todo comienzo es difícil, fácil hubiera sido
dejar que todo siguiera sin tomar una decisión. Pero es la vida. Y la vida es
eso, cambio, renovación, evolución, alcanzar las metas soñadas aunque sea doloroso pegar un golpe de timón.
Ahora está más convencido. Hay que pasar el mal trago,
después vendrán las recompensas por animarse a encarar una nueva vida. Sube las
escalinatas del edificio de oficinas haciendo ruido con los mocasines de suela
sobre las baldosas blancas. Sus pensamientos le han acelerado el paso. Ya está
más animado. Se encara con la puerta de la oficina. La puerta se abre y justo
sale Marta.
Ya está viviendo una nueva vida.
roberto angel merlo
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