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sábado, 16 de febrero de 2013

CIRCO



   Somos  humanos, pero hay un porcentaje    con ropas,  con un  ligero barniz que los cubre;  un término medio, y  otro  pequeño, donde la humanidad es notoria.


 Pedaleando  entre  tanto  gris  del  barrio ,  se  encontró   con  el  circo.   Nunca  había  espiado un  circo.  Apoyó  su  bicicleta  en  la  valla  amarilla,  y comenzó a  sentir que el viento le borraba las costumbres, le despejaba el cansancio,    desandaba  vejez y  aburrimiento.  En ese hueco del recuerdo,  el viento rebotaba en una y otra jaula como  en su infancia.
      Se  topó  con  acróbatas,    leones  cabizbajos,   una  pantera  que  dormía.   Volvió  al  día  siguiente  y    todas  las  mañanas ,  a  veces  por  la  tarde.   El  guardián  sonreía  al  verlo  llegar.   Espió  vaivenes  de   payasos,   ensayos  de   acróbatas,   y  sintió  tristeza  por  los  animales  en  cautiverio.  Su  cara  flaca  y  arrugada      formó  parte  de  la  valla  perimetral   del  lugar.  
        Lo  dejaron  franquear  el  portón  de  entrada.  Él  se  apoyó  en  la  barra  de  hierro próxima   a  los  jaulones,  y  miró   a  los  felinos.   Al  cuidador  no  le pareció extraño,  había comprendido  que   se  sentía  vinculado  a  los  animales,   que   algo    lejano  en  el  tiempo  lo unía a ellos. 
     Participaba  en  la  alimentación  de  perros  monos  y  leones,   mientras  conversaba  con  ellos.  Entonces veía a los  felinos    amontonados  en  el  mezquino  piso  de  madera ,   mirando  con  ojos  turbios  a  los  que  se  acercaban,   apoyando  la  cabeza  contra  los  barrotes.  
    Avergonzado,   sentía  la injusticia  de   esos  cuerpos  inmóviles  y  silenciosos,  aplastados  en  el  piso.  Imaginaba  al  león  más joven  en un mundo verde y exuberante, donde sobraba el espacio.  Veía  su  cuerpo elástico  y  sigiloso  condenado  a  la  inmovilidad.
     Apoyado en la barra, intentaba penetrar la expresión ausente, buscaba acercarse a los ojos enormes, ingresar a ese mundo salvaje. Ellos lo miraban, inmóviles, orientando sus orejas, olfateando.  Tal vez captaban su esfuerzo por entender lo impenetrable de sus vidas. Los animales  lo reconocían,  lo toleraban.  Los leones movían  los  enormes  dedos  de  una  u  otra  pata,  clavando  las  uñas  en  la  madera.  Los  jaulones  eran  tan  chicos,  que  apenas  giraban  el cuerpo  daban  contra  los  barrotes. 
Esa inmovilidad  obligada    hizo  que  se  acercara  atraído,  la  primera  vez  que  los  vio.   Era   peor  que lo   observado  de  niño    en  las grutas  de  piedra  del Jardín de Niños. .
      Al fin creyó  entender  la actitud  secreta  que  expresaban :   transgredir  el  tiempo  con  una  postura  indiferente.  El  movimiento  repentino  de  sus  garras  contra  la  madera    le  probó  que  eran  capaces  de  evadirse  de  esa  apatía    en la  que  se  sumergían  horas  enteras.  
      Lo  obsesionaban    sus  ojos,   la  delgada  línea  vertical  y  negra  en  el  globo  amarillo  verdoso,   su  profundidad,  que  paulatinamente parecía  menos insondable.
        Entonces percibió  que  se  estaban  acercando.  
        No  hubo  nada  de  extraño,    eso tenía  que  ocurrir.   Cada  vez el  reconocimiento  era  mayor.   Cada  fibra  de  su  cuerpo  sufría  una  tortura indecible,   un  sufrimiento  rígido  en  el  piso  de  la  jaula.   Espiaba  algo,  un  remoto  tiempo  de  libertad  amordazada  en  que  el  señorío  había  sido  de  los  leones.  
       Volvió  muchas  veces   atormentado.   Ellos  y  él  lo  sabían.   Su  cara  pegada  a  los  barrotes,  sus  ojos  comprendiendo    el  misterio  de  esos  otros  ojos.  
      Sin  violencias ,  sin  sorpresa,   el  león  recuperó   el   brillo  en  su  mirada  y  la  elasticidad  de  su  cuerpo.    

      Los  vecinos  notaron    la   ausencia de don Francisco.   A nadie le pareció extraño que    en los ojos de uno de los leones, sonriera don Francisco.
roberto a. merlo

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16 comentarios:

  1. El duro y hasta cruel mundo del circo... parece que el leon tuvo por fin tuvo su revancha, pero con la persona equivocada.
    Tal vez un dia aprenderemos a prestarles mas atencion y darles su debido valor.
    Un beso.

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  2. Interesante y certero tu relato Rober solo el final no me pareció lo más correcto ya que era una de las pocas personas que comprendia el sufrimiento de los animales del circo.Venganza justa pero equivocada,un abrazo amigo mio

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  3. Me quedo muda Rober....
    Triste historia.
    Un abrazo!!!

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  4. Rober,nos dejas una bella y profunda historia,que nos hace reflexionar...
    El hombre no es consciente del mal que hace,porque vive de forma superficial...Aún no ha intuido el misterio inmenso y divino de la naturaleza...No ha descubierto en los ojos de los animales la historia y el sentido de la vida...No ha explorado en el temple y aguante de una fiera enjaulada la belleza y profundidad de la selva...El hombre,ha de comenzar a ser uno con la naturaleza y a brillar y latir en la retina de nuestros hermanos más pequeños...Ellos nos conocen y nos esperan.
    Mi felicitación por la belleza en la descripción y en el mensaje,que se esconde en la mirada felina...
    Mi abrazo grande y mi animo,compañero de letras.
    M.Jesús

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  5. Rober " CIRCO "

    El sentimiento de ese pobre hombre con un triste final.. amar demasiado y morir por amor.
    Aquì en Argentina nosé si es ley en todas las provincias los circos tienen prohibido hacer trabajar a los animales que tienen en cautiverio..tal vez los dejen para exibirlos.

    ¡¡ Precioso relato !!

    un beso

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  6. Por lo visto al final pasò lo que tanto presagiaban.

    un saludo

    fus

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  7. Gracias por tu comentario Carolina.
    Un abrazo

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  8. Gracias Shantal, no olvides que las apariencias engañan.
    Un abrazo

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  9. Gracias Bego.Es triste según como se mire.
    Un abrazo

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  10. Como siempre Maje Carmu no pasan inadvertidas lsa palabras para tí.
    Un abrazo y gracias por tu comprensión.

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  11. Es cierto Dolly, al menos en Europa no está permitido excibir animales en cautiverios.
    En nuestro país creo que todavía sí.
    Un abrazo

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  12. Gracias por tu comentario Fus. Te las arreglas para devolve tantos comentarios como recibes.
    Un saludo cordial

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  14. Rober, yo he visto en tu original relato una mágica fusión, sólo posible en un universo tan peculiar y enigmático como es el del circo...Quien entra en él se introduce en otra dimensión... de la que a lo mejor ni siquiera desea salir.

    Un abrazo y feliz semana.

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  15. Gracias por tu comentario Mercedes.
    Es muy cierto lo que dices, es otra dimensión, donde la imaginación es lo más importante.
    ROBER

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