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martes, 4 de marzo de 2014

CON LAS VENAS ABIERTAS

Desde la colonización de América Latina, hubo un constante 
saqueo de los recursos naturales de la región por parte de 
los imperios coloniales, entre los siglos XVI y XIX:  el 
Reino Unido y los Estados Unidos principalmente, desde 
el siglo XIX en adelante. Fiebre del oro, fiebre de la plata 
desde la llegada de Cristóbal Colón hasta que estos 
metales se agotaron o perdieron su valor.  El mundo era 
entonces el mar Mediterráneo con sus costas de  
proyecciones hacia África y Oriente.
 En 1492 la bota española  pìsó  las arenas de las Bahamas
 En  1502,  Colón seguía creyendo que era el mar de China 
cuando entro en las costas de Venzuela,  y que desde allí 
se extendía una tierra infinita que subía hacia el Paraíso 
Terrenal.
 Nació el mito de El Dorado, el monarca bañado en oro..
El espejismo del “cerro que manaba plata” se hizo realidad

 en 1545,  en Potosí. Había  oro y plata en grandes cantidades, acumulados en la meseta de México y en el altiplano andino.
Hernán Cortes reveló para España en 1519 la fabulosa 
magnitud del tesoro azteca de Montezuma y quince años 
después,  llego a Sevilla el gigantesco rescate, un aposento 
lleno de oro y dos de plata, que  Pizarro hizo pagar al 
Inca Atahualpa antes de estrangularlo.
En 1493,  Portugal ocupó territorios que hoy son brasileños 

 En 1513, el Pacifico resplandecía ante los ojos de Vasco 
Núñez de Balboa.    
En la estructura contemporánea, el despojo  continúa. Es un 
saqueo por vías más indirectas pero no menos efectivas, 
mediante un sistema colonial opresor hacia adentro y 
oprimido desde fuera. 
 En 1977   las potencias se apropiaron de países que tienen 
petróleo  al exigirles  que  abran  fronteras a  sus compañías 
para  adueñase de esos mercados.
Eso  habla de la  Globalización y la economía mundial,  
 negocio de las grandes industrias. Estados unidos usa 
la mano de obra barata y a los economistas.  Para abaste.
cerse  de la mayor parte de los minerales estratégicos que se 
consideran de valor critico para su potencial de guerra, 
los Estados Unidos dependen de las fuentes extranjeras.
 A cada país dirá las cosas color de rosa.
Pedro Alvarado y sus hombre se abatieron sobre Guatemala 

y eran tantos los indios que mataron, que se hizo un río con 
su sangre.
Antes  que  Pizarro degollara al inca Atahualpa, le arranco un 

rescate  de oro y plata que pesaba  más de veinte mil marcos.  
Plata fina y 326.000 escudos de otro finísimos.
 En Potosí la plata levanto templos, palacios, monasterios y 

garitos,  junto a la tragedia y  la fiesta, derramo la sangre y
 el vino, encendió la codicia y desato el despilfarro.
 La espada y la cruz marchaban juntas en la conquista y en
 el despojo colonial. .
Entre 1545 y 1558 se descubrieron   minas de plata  en la 

actual Bolivia, y  en México.   El rush de la plata eclipso 
rápidamente a la minería de oro. A mediados del siglo XVII 
la plata abarcaba más del 99 por ciento de las exportaciones
 minerales de América hispánica. Entre 1503 y 1660, llegaron 
al puerto de Sevilla 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos 
de plata.
 Cada año entre ochocientas y mil naves descargaban en

 España los productos industrializados por otros. 
El siglo XVII fue la época del pícaro, el hambre y las epidemias.

 Era infinita la cantidad de mendigos españoles, pero ello no 
impedía que también los mendigos extranjeros afluyeran 
desde todos los rincones de Europa.

El saqueo, interno y externo, fue el medio más importante para 

la acumulación  de capitales.  Las minas de plata en México,
 vivieron su auge  americano.  .
En Potosí y en Sucre solo quedaron vivos los fantasmas de la 

riqueza muerta. En Bolivia  los capitales anglo chilenos agotaron, 
durante el siglo pasado, vetas de plata más de dos metros de 
ancho.
Los capitales  se derrochaban. Se practicaba el viejo dicho:

 Padre Mercader, Hijo caballero, nieto pordiosero.                  
                                   


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